LAS SUPOSICIONES

         Acábo de vivir una situación, que me dejó perpleja…

         Actualmente, pareciera como si no podemos vivir sin el famoso WhatsApp. La mayoría de los usuarios formamos parte de varios diferentes chats. El de la familia con hijos, el de los hermanos, el de las amigas, el de las compañeras del colegio, los primos de la familia paterna, primos familia materna, el grupo de oraciones, etc… y así, nos integramos a varios círculos sociales virtuales, que muchas de las veces, compartimos expresiones y pensamientos, sentimientos, datos, chistes y demás, con personas que a veces ni conocemos.

         No hay más que estar con alguien que te diga, ¿quieres participar?…, te agrego con mucho gusto.

        Pues bien, hace dos o tres meses fui agregada a un grupo de chat al cual yo no pedí participar, mientras era sometida a mi última cirugía. El grupo está relacionado a una instutución conocida, por lo que torpemente acepté sin conocer a las personas que lo integran y manejan. Es una organización donde se imparten clases de formación religiosa y formación humana a mujeres. Me pareció en línea con mi vocación, aunque nunca he sabido quién me refirió con las personas que lo dirigen y quién les dió mis datos.

         Si alguno me sigue, sabrá que durante los últimos tres años no he podido trabajar ni dar mis cursos. Y reanudé mi escritura hasta hace poco. Pues bien, supuse que la razón de la invitación era para que yo me sintiera útil aunque sea por medio de un chat virtual aportando algo de mis conocimientos.

         En mi primera participación, pensé que debería aportar algo. La persona que me agregó me mandó un mensaje privado regañándome que era un chat de avisos. ¡Ok!, lo siento, me disculpé. Lo mío, evidentemente no era un aviso y tampoco fui avisada de que se me agregarían a ese chat.

         Al paso de semanas, me doy cuenta que en ese chat, se comunican reuniones, paseos, se echan porras, se felicitan, se disculpan, se mandan cariños, etc., no sólo avisos.

         Al reintentar participar, soy despedida del grupo sin aviso. Confieso que me molesté muchísimo y con cierto tinte de ironía, reaccioné enviando un mensaje agradeciendo el que me sacaran de éste. Como respuesta, recibí la explicación de que como no había asistido tres veces seguidas a clase, fuí expulsada del grupo.

         Ya más calmada , empecé a reflexionar y me di cuenta que en realidad todo era una suposición mía. Como mencioné antes, supuse que me invitaban para que yo aportara mis conocimientos a ese grupo que se reúne semanalmente en los salones de la parroquia correspondiente a mi domicilio. 
         Nunca entendí que la persona que líderea el grupo me agregó para ir a tomar unos cursillos que hace muchos tiempo, casi 20 años, yo impartía. Inicié para esa misma organización, la difusión de sus programas en radio y televisión.
         Recibí una lección. Creí que necesitaban “mi sabiduría” y no era así. Pequé de soberbia. Acepté formar parte de un grupo virtual con un conocimiento somero o nulo sobre la persona que me agregó y evidentemente ella tampoco me conoce, ni sabe nada de mi.

         Me sentí ofendida por haber sido expulsada de él. Queda claro que el suponer situaciones o circunstancias nos crean expectativas que después nos sacuden de manera brusca y nos generan malestar emocional. Los seres humanos, siempre estamos buscando aceptación de los demás. Los grupos sociales brindan eso, la pertenencia, cierta seguridad, desde una zona de confort.

         En mi caso personal, prefiero tener dos o tres amigas íntimas que ser el » ajonjolí de todos los moles”, como reza la sabiduría popular. Y al haber pasado tantos años arrumbada, mi mente supuso que podría volver a aportar algo. Creí que alguien por ahí, se acordaba de alguna plática o de algún programa de radio o televisión y que sería útil para la agrupación. Por otro lado, veo que los grupos lidereados por personas con poca preparación, conocimiento o criterio, pueden llegar a caer en el abuso del control de éstos. De manera intencional o no, al agregar o desechar personas al grupo virtual o real, provoca que se cosifique a las personas. No toman en cuenta las condiciones o razones por las que las personas se ausentan. No existe un interés real por ellas.

         Un grupo de formación humana, de crecimiento personal, de orientación y formación espiritual, es controlado y dominado por una persona que no le interesa ni siquiera conocer las razones o los sufrimientos que la expulsada tiene para no asistir a clases. No hay un trato humano ni humanizante al interior de un grupo cuya misión lo implica. No hay una llamada o mensaje para conocer la causa de la ausencia. Solo se desecha.

         Cabe preguntarnos: ¿Dónde queda la caridad? ; ¿Quiénes somos para decidir quién participa o se debe retirar de un grupo que sé dédica a predicar el amor a Dios, y la aceptación del otro?
         Es muy peligroso actuar de manera soberbia, lastimando, rechazando y abandonando al necesitado. No se trata de mi, ni pretendo calificar al grupo que sin estar yo apercibida me agregó a sus filas sin integrarme. Lo que sí manifiesto es que deben de conocer el impacto que causan al no conocer ni ser capaces de integrar a las personas a su organización. Reitero, fuí agregada, mas no integrada. Toda cabeza necesita un cuerpo. Quienes encabezan la dirección del grupo requieren de quienes a su vez las necesitan, de quienes se vendrían a beneficiar al conocer el contenido de los manuales. Se necesita de quienes hagan posible su explicación. Que ésta sea posible también de manera virtual, donde haya acceso a las valiosas enseñanzas de la organización, como lo pensaron sus fundadoras.

        ¿Cuántas mujeres habrán sido expulsadas y abandonadas por ese y otros grupos similares? ; ¿Qué daño habrán causado a esas mujeres y personas allegadas que fueron convocadas y luego retiradas, cuando en realidad carecían de salud o de comprensión? ; ¿Qué sucedió con quienes realmente necesitaban ir a aprender y a sentirse acompañadas y se les desechó?
        En fin, las suposiciones provocan sorpresas pero no pasan de ahí. Lo que a mi en lo personal me preocupa, es el pensar en que soledad habrá quedado la que fué expulsada antes de mí y en que problema se encontrará la que será expulsada después.